Situación y características básicas. Este territorio se ubica en la zona centro oriental de Cantabria,
limitando por el sur con la provincia de Burgos. Engloba los tramos medios y altos de los ríos -con sus
afluentes Pisueña y Magdalena- y Miera, estando dividido en 16 municipios septentrionales, que totalizan
700 kilómetros cuadrados, habitados por unas 28.000 personas. La densidad es mayor en los municipios septentrionales, que ocupan los relieves más suaves, contrarrestando con los accidenta- dos tramos altos de los valles, bajo cumbres que superan los 1.500 m. (Castro Valnera, 1.707 m. ). El clima es templado y húmedo, muy influido por la orografía, cuyo efecto pantalla en la misma divisoria cantábrica hace que en las cabeceras de valle se registren las mayores precipitaciones de la región , con grandes nevadas en invierno. La presencia de niebla es otra constante en las zonas altas. El paisaje dominado por la caliza en el valle del Miera contrasta con la preponderancia de la roca silícea en los valles del Pas, encontrando los aspectos geomorfo- lógicos más sobresalientes en el Miera, con importantes manifestaciones kársticas y sobretodo con extraordinarias formaciones glaciares entre las que destaca el valle de Lunada. La vegetación es variada, con hayales, cagi- gales o buenas muestras de encinares, pero la fuerte presión sufrida por los bosques de estos valles , a causa, principalmente, de las talas realizadas durante los siglos XVI, XVII y XVIII con el fin de alimentar los astilleros de Guarnizo o las fábricas de cañones de Liérganes y La Cavada, hace que sean escasas las masas de cierta entidad, relegadas a los rincones más inaccesibles. Entre la fauna faltan especies que encontramos en otras zonas de la región, pero a las rapaces y grandes mamíferos, como el jabalí, corzo, zorro o esporádicamente algún lobo, hay que añadir el carácter salmonero del río Pas, uno de los de mayor riqueza piscícola de España, no así el Miera, en el que hace años que no se captura ningún ejemplar de este pez migratorio. La historia en lo referente al poblamiento humano de estos valles, se remonta al Paleolítico Superior, conservándose vestigios en varias cavidades, como las del Piélago, Rascaño y Salitre, en el Miera, o sobretodo las cuevas del monte Castillo en Puente Viesgo: El Castillo Las Monedas, La Pasiega y Las Chimeneas, siendo las dos primeras visitables. La primera noticia de presencia humana en los tramos altos de estos valles data del año 1011, cuando los Condes de Castilla donan el monasterio burgalés de San Salvador de Oña, un territorio que es repoblado con pastores, en lo que probablemente es el origen del actual poblamiento pasiego. La conservación de varios monumentos románicos dan indicio de una importante población medieval en el tramo bajo del valle del Pisueña, destacando la colegiata románica de Santa Cruz de Castañeda, uno de los monumentos religiosos más destacados de la región. Durante la Edad Media los valles se fueron organizando en distintas jurisdicciones que perdurarán hasta la configuración de los municipios actuales a principios del siglo XIX. La economía, sobretodo en los valles altos, está basada en la ganadería, dependencia tan exclusiva en las Villas Pasiegas y su territorio de influencia que ha creado un singular modo de vida, de gran interés etnográfico y que en buena medida aún se conserva, lo cual constituye el mayor patrimonio cultural de estas comarcas.
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