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La Calzada Romana del Besaya

La cuenca del Besaya ha sido, históricamente, la principal vía de comunicación entre la costa de Cantabria y la Meseta. Por ella discurría una calzada romana que, desde Pisoraca (actual Herrera de Pisuerga, en Palencia), se internaba en Cantabria, pasaba por la ciudad de Julióbriga (Retortillo, cerca de Reinosa) y bajaba hasta ha costa de Portus Blendium (Suances). La calzada fue construida muy posiblemente durante las guerras cántabras para facilitar los desplazamientos de las legiones romanas, si bien después fue utilizada durante muchos siglos. Es de destacar que el trazado de la vía elude el angosto desfiladero de las Hoces de Bárcena, dificultoso y propicio a emboscadas. Muy cerca de allí, entre las localidades de pie2 de Concha y Somaconcha, se encuentra el tramo mejor conservado de la calzada. Son unos cinco kilómetros en los que se remonta un desnivel de unos 400 metros, con una pendiente constante que no supera el 10%. El recorrido está empedrado en su mayor parte y discurre a través de parajes de gran belleza, encontrándose a mitad de camino una bonita aldea deshabitada: Mediaconcha. Este tramo de la calzada se puede recorrer hoy en día perfectamente, siendo un paseo muy recomendable que lleva unas dos horas, con acceso a los puntos de inicio de la calzada desde Bárcena de pie2 de Concha y Pesquera.

Museo de la Naturaleza de Cantabria

Ubicado en el palacio de Ygareda, en Carrejo, en la popular plaza conocida por "La Braña", se puede datar en el siglo XVIII. De planta rectangular y construido en pie2dra de sillería al estilo montañés. La construcción se divide en dos pisos enmarcados entre contrafuertes en uno de cuyos hastiales se observa el escudo de armas de los Cos y Gayón. A la calle se abren seis arcos de medio punto que sostienen una extensa balconada. Anexa a la casona se hallaba una pequeña capilla hoy convertida en sala de conferencias.

La exposición está estructurada en cuatro ambientes: la franja costera, los ríos, el bosque y la alta montaña. Cada ambiente reproduce los aspectos más significativos de su flora y fauna, a través de maquetas de relieves, montajes de los distintos hábitats, especies botánicas, etc. Es de resaltar, además del carácter didáctico del museo, la interesante muestra de animales disecados (rebeco, urogallo, águila...).

Embalse de la Cohilla

Esta zona de elevados relieves (Peña Sagra, Peña Labra y el Cordel) y especial orografía, con abundantes lluvias y nevadas, ha propiciado la construcción , en la cabecera de la cuenca hidrográfica del Nansa, de un embalse conocido como el Embalse de la Cohilla.

Situado en el municipio de Polaciones, la carretera por la que se accede esta tallada en la roca y su trazado lleno de curvas, ofreciendo en su recorrido intensas sensaciones.

El embalse de La Cohilla nos da la entrada al municipio de Polaciones, uno de los más extensos y ricos desde el punto de vista natural y etnográfico. Sus aldeas, profundamente rurales (San Mamés, Tresabuela, Cotillos...), sus montes –por donde aún pasean algunos ejemplares de oso pardo (en grave peligro de extinción)-, y sus bosques, auténticos adornos de la naturaleza (hayedos de Uznayo, robledal de cueto Cucón...) nos recuerdan que estamos en la Reserva Nacional del Saja, la más grande de España y verdadera joya ecológica de Cantabria.

La Casona de Tudanca

Construida en 1750 por Pascual Fernández de Linares (corregidor y gobernador de la Corona) a su regreso de Perú, unifica la hidalguía de éste, su inspirador, con la ruralidad del entorno.

Inmortalizada por Pereda en su novela Peñas Arriba, La Casona de Tudanca posee una biblioteca de más de 25.000 volúmenes reunidos en vida de su último noble morador: el insigne escritor y académico de la Lengua Española José María de Cossío, una de las personalidades más notables de la cultura española del presente siglo. En ella, se localizan además pinturas, dibujos y grabados (Zuloaga, Solana...). Cossío, quien a su muerte donó la casona y todas sus pertenen ridcias a la Comunidad de Cantabria, fue un humanista a cuya amistosa hospitalidad se acogieron gran parte de los escritores de la Generación del 27: Unamuno, Alberti, Giner, Marañón, Gerardo Diego y Camilo José Cela, vivieron y escribieron (de algunos se conservan manuscritos autógrafos) en la quietud de estos parajes.